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23 de noviembre de 2025

Las reservas en rojo encienden todas las alarmas: el FMI prepara otro perdón y crecen las dudas del mercado

Por: Carlos Rodriguez

La falta de dólares volvió a tensar al mercado, mientras Washington presiona y el FMI evalúa otorgar un nuevo waiver ante metas que otra vez no se cumplirán. El Gobierno busca alternativas contrarreloj para afrontar los pagos de enero.

La economía argentina reingresó en territorio conocido: la inquietud por las reservas. Con el Banco Central debilitado y sin señales de recuperación acelerada, el mercado volvió a encender las alarmas justo cuando el Gobierno intenta sostener la calma cambiaria y avanzar hacia los próximos vencimientos de deuda sin recurrir a una agresiva compra de divisas.

La tensión se aceleró cuando quedó prácticamente descartado el supuesto megafondeo privado de USD 20.000 millones que había sobrevolado en los últimos meses. Los bancos internacionales exigían una garantía explícita de Estados Unidos, algo que el Tesoro norteamericano no estaba dispuesto a ofrecer. En ese escenario, la única opción que sigue en pie es una operación mucho menor, cercana a los USD 5.000 millones, destinada a cubrir el fuerte vencimiento con bonistas en enero.

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La reacción política no tardó. Luis Caputo negó que ese financiamiento hubiera sido una posibilidad real, aunque las descoordinaciones entre funcionarios locales y fuentes en Washington alimentaron aún más las dudas. Lo cierto es que la discusión sobre la capacidad de pago quedó nuevamente en el centro del debate y dejó expuesto un problema estructural: las reservas netas seguirían profundamente en rojo, alrededor de los USD 16.000 millones según estimaciones privadas.

Tras las elecciones de medio término, la mayor sintonía con Estados Unidos y la expectativa de nuevas líneas de financiamiento habían dado aire. El riesgo país había cedido y los bonos mostraban una recuperación moderada. Pero la imposibilidad de recomponer divisas volvió a presionar sobre el plan económico, justo en un tramo del año donde los compromisos en moneda dura son significativos.

El Gobierno sostiene su estrategia de no comprar dólares de manera agresiva. Argumenta que intervenir más activamente podría alterar la estabilidad cambiaria y golpear la desaceleración inflacionaria, uno de los pilares políticos de la administración Milei. Aunque varios analistas consideran que el impacto en precios sería limitado, el oficialismo apuesta a sostener un delicado equilibrio entre actividad y tipo de cambio, aun con tasas altas que ya se sienten en la economía real.

En paralelo, el FMI observa con creciente inquietud. Julie Kozack, vocera del organismo, advirtió sobre la necesidad de acelerar la acumulación de reservas y remarcó que “se está desaprovechando una ventana de oportunidad”. Con metas que no se cumplirán, el Fondo ya discute otorgar un nuevo waiver para evitar que el programa descarrile antes de tiempo.

La discusión incluso llegó al Tesoro estadounidense, que pidió precisiones sobre cómo se contabiliza el swap con China y los alcances del esquema financiero impulsado por Scott Bessent. Entre las dudas, aparece la posibilidad de que algunas operaciones necesiten aval legislativo en EE.UU. si superan el plazo de un año, algo complejo en un clima político cada vez más áspero.

Mientras tanto, Caputo trabaja contra reloj en un menú de opciones para enero: ampliar el tramo del swap con Estados Unidos, avanzar en un repo con bancos globales o recurrir a nuevas maniobras con bonos de corto plazo. Ninguna de estas alternativas despeja el panorama por completo, pero permitirían evitar una acumulación acelerada de reservas que el Gobierno descarta por motivos políticos y técnicos.

Economistas de distintas corrientes advierten que el plan podría quedar atrapado entre la necesidad de estabilidad y la urgencia de recomponer el colchón de divisas. Algunos creen inevitable que el Banco Central vuelva a comprar dólares más temprano que tarde; otros apuestan a una acumulación moderada apoyada en ingresos del sector privado o de provincias exportadoras.

Para el FMI, sin embargo, la señal es clara: sin reservas, el programa pierde sustento. La próxima revisión será en febrero y todo apunta a un nuevo incumplimiento. Por eso, la palabra “waiver” vuelve a sonar con fuerza en los pasillos del organismo, mientras el clima financiero oscila entre el alivio pasajero y la incertidumbre persistente.

Con la demanda de dólares aumentando en verano por turismo y consumos estacionales —y con el Mundial sumando presión adicional— el margen de error se achica. En este escenario marcado por rumores, negociaciones silenciosas y movimientos en la sombra, una realidad se impone: la discusión por las reservas volvió al centro de la escena argentina y promete seguir dominando la agenda económica.

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