INTERNACIONALES
13 de mayo de 2025
Murió José "Pepe" Mujica, el presidente que convirtió la austeridad en legado

El expresidente uruguayo falleció a los 89 años. Exguerrillero tupamaro, referente del Frente Amplio y figura clave de la política latinoamericana, será recordado por su vida sencilla, su compromiso ético y la profundidad de sus palabras.
José “Pepe” Mujica, una de las figuras más emblemáticas de América Latina, murió este martes a los 89 años, dejando tras de sí una vida marcada por la lucha, la prisión, el poder y una austera coherencia que lo convirtió en símbolo mundial. Expresidente de Uruguay entre 2010 y 2015, exguerrillero tupamaro y dirigente del Frente Amplio, Mujica eligió siempre el camino menos cómodo. “Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, había dicho a comienzos de año, ya afectado por un cáncer de esófago.
Nacido el 30 de mayo de 1935 en el barrio obrero de Paso de la Arena, Montevideo, abrazó desde joven las ideas de izquierda y se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en los años 60. Herido en combate, preso en varias ocasiones, fue uno de los nueve “rehenes” de la dictadura militar, sometido durante casi 13 años a condiciones extremas. Su calvario quedó registrado en Memorias del calabozo, libro escrito por sus compañeros Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro.
Únete a nuestro Facebook https://www.facebook.com/almafuerteradio2022 y accede a las noticias más relevantes.
Con el regreso de la democracia, fue amnistiado y emprendió una larga carrera política que lo llevó a ser diputado, senador, ministro de Ganadería y, finalmente, presidente. Durante su mandato, impulsó leyes pioneras como la regulación del cannabis, el matrimonio igualitario y la legalización del aborto. En 2012, pidió perdón en nombre del Estado por la desaparición de María Claudia Iruretagoyena, nuera del poeta Juan Gelman.
Pero fue su forma de vivir —lejos de los privilegios del poder, en su chacra de Rincón del Cerro junto a su compañera Lucía Topolansky, donando la mayor parte de su sueldo y manejando un viejo escarabajo— lo que le dio proyección internacional. Mujica logró algo inusual: encarnar en su vida personal los valores que predicaba desde la política.
“No me voy, estoy llegando”, dijo en su despedida como presidente en 2015. Continuó como senador y voz de referencia hasta sus últimos días. “La vida es hermosa. Con todas sus peripecias, amo la vida. Y la estoy perdiendo porque estoy en el tiempo de irme”, confesó en una reciente entrevista. Se definía como “un viejo loco con la magia de la palabra”, y sus intervenciones, tanto en foros globales como en conversaciones cotidianas, dejaban siempre una enseñanza.
En agosto de 2024, ya visiblemente debilitado, participó de su último acto público junto al Frente Amplio. “Tenía que estar”, dijo. Ese día, con sus huesos cansados pero su convicción intacta, se despidió de una vida dedicada a pelear por un mundo más justo.
Mujica murió como vivió: con humildad, dignidad y conciencia. Deja un legado que trasciende partidos y fronteras, y una lección: la política puede ser, todavía, un ejercicio ético.