El gobierno de Javier Milei cierra su segundo año de gestión con un deterioro marcado del frente externo y una situación financiera cada vez más frágil. La deuda externa pública alcanzó los 197.500 millones de dólares, el nivel más alto de la historia reciente, en un contexto de vencimientos concentrados en el corto plazo y una creciente dependencia de los organismos internacionales.

La dificultad no es solo coyuntural. La economía argentina vuelve a mostrar problemas estructurales para generar los dólares necesarios que permitan sostener el perfil de pagos. En los próximos 18 meses, la deuda externa pública enfrenta compromisos por 47.826 millones de dólares entre capital e intereses. Si se suman los vencimientos de la deuda externa privada, el monto total supera los 57.000 millones.

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Este escenario se desarrolla con reservas netas prácticamente agotadas. Aunque las reservas brutas rondan los 42.000 millones de dólares, al descontar encajes, swaps, obligaciones con organismos y garantías de depósitos, las reservas netas se ubican cerca de los 1.300 millones, un nivel crítico frente al volumen de compromisos por delante.

El problema de la deuda tiene raíces profundas. Entre 2015 y 2019, durante la gestión de Mauricio Macri, la deuda externa pública casi se duplicó, con un incremento cercano a los 96.000 millones de dólares. La posterior reestructuración encarada por el Frente de Todos no incluyó quitas de capital ni un esquema de vencimientos sostenible, por lo que el desequilibrio de fondo permaneció intacto.

La actual administración profundizó esta dinámica en el marco de un esquema de valorización financiera sin acceso pleno al crédito internacional. En ese contexto, el endeudamiento volvió a crecer de la mano de los prestamistas de última instancia. Solo en el segundo trimestre de 2025 la deuda externa pública aumentó en torno a 21.000 millones de dólares, a lo que se sumaron otros 7.000 millones en el trimestre siguiente.

Según datos del centro CIFRA-CTA, desde fines de 2023 hasta el segundo trimestre de 2025 el stock de deuda externa pública se incrementó en 16.700 millones de dólares. Además, el 46,6 por ciento del total, equivalente a más de 92.000 millones, corresponde a deuda con organismos internacionales, principalmente el Fondo Monetario Internacional, cuando a fines de 2015 ese tipo de compromisos representaba menos del 20 por ciento.

El desempeño externo reciente agrava el panorama. En los primeros diez meses del año, el superávit comercial fue de apenas 6.800 millones de dólares, mientras que el déficit de servicios alcanzó los 9.600 millones. A esto se suma una fuerte salida de capitales que, desde la flexibilización del control cambiario, acumuló alrededor de 32.500 millones de dólares en poco más de seis meses.

De cara a 2026, el calendario de vencimientos aparece como el principal factor de presión. Solo el próximo año, la deuda externa pública del Estado nacional, las provincias y el Banco Central deberá afrontar pagos por 35.597 millones de dólares, de los cuales 27.401 millones corresponden a capital y 8.196 millones a intereses. Si se amplía el horizonte al año y medio siguiente, los compromisos representan casi una cuarta parte del stock total.

A estos montos se suma la deuda externa privada, que enfrenta vencimientos por más de 7.300 millones de dólares de capital en 2026 y supera los 9.300 millones si se incluye el primer semestre de 2027. Dentro de este segmento se destaca el peso creciente de la deuda financiera y de la deuda intragrupo, que explica una parte sustancial de los compromisos inmediatos.

Mientras el Fondo Monetario Internacional presiona para que el Gobierno acumule reservas, se enfrían las expectativas de nuevos financiamientos externos y se multiplican las dudas sobre la sostenibilidad del esquema actual. Con más de 57.000 millones de dólares en vencimientos, reservas netas exiguas y una economía que no logra generar divisas suficientes, el frente externo se consolida como uno de los principales desafíos y amenazas de cara a 2026.