ACTUALIDAD
18 de enero de 2025
El consumo de carne en Argentina alcanza su peor registro en 104 años, mientras las exportaciones baten récords
La caída del consumo interno se combina con el crecimiento de las exportaciones, en medio de una crisis económica que agudiza la desigualdad.
En un año marcado por la crisis económica, el consumo de carne vacuna en Argentina alcanzó en 2024 su nivel más bajo en más de un siglo. Con solo 47,7 kilos per cápita, el consumo interno se desplomó un 9% respecto al año anterior, ubicándose en el segundo registro más bajo desde que se iniciaron las mediciones en 1914. El único año peor fue 1920, con apenas 46,9 kilos.
La pérdida de poder adquisitivo de los argentinos, exacerbada por una inflación interanual del 122,1%, es el principal factor detrás de este dramático descenso. “Los argentinos estamos dejando de comer carne, algo que parecía impensado años atrás”, comentó un representante del sector cárnico. La carne, un alimento fundamental en la dieta nacional, se ha vuelto inaccesible para millones de familias que enfrentan dificultades económicas.
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A pesar de este desplome en el consumo local, las exportaciones de carne vacuna alcanzaron un récord histórico en 2024, con 936.100 toneladas enviadas al exterior, un incremento del 9,8% respecto al año anterior. Este crecimiento se dio, paradójicamente, en un contexto de caída de la producción, que bajó un 3,4%. No obstante, el peso promedio de los animales faenados aumentó, lo que permitió que las exportaciones se mantuvieran en alza.
“Mientras la carne viaja al exterior, acá en casa se hace cada vez más difícil llevarla a la mesa”, expresó un comerciante de barrio, quien observó una caída del 20% en las ventas de su carnicería en comparación con el año anterior. La brecha entre la oferta para exportación y la demanda interna se ha hecho cada vez más notoria, con un mercado local desconectado de los precios internacionales.
El aumento de los precios de la carne vacuna refleja esta desigualdad. Según el INDEC, en diciembre de 2024 los cortes más populares, como el asado, cuadril, nalga y carne picada común, aumentaron a un ritmo superior al promedio general de alimentos. En contraste, otras proteínas, como el pollo, aumentaron a un ritmo más moderado (4,4%).
Este panorama recuerda a la Argentina de principios del siglo XX, cuando gran parte de la producción ganadera se destinaba al mercado externo, mientras que la población local sufría el hambre. “Es un déjà vu histórico”, señaló un historiador especializado en economía agropecuaria. “La Argentina oligárquica que exportaba carne mientras su gente sufría hambre parece haber vuelto, ahora bajo otros nombres y contextos.”
La caída del consumo de carne no solo refleja un deterioro económico, sino también un golpe a la identidad cultural de un país que ha sido históricamente uno de los mayores consumidores de carne del mundo. Con este nuevo récord negativo, la brecha entre la producción para exportación y el acceso local a un alimento tradicional se agranda, mostrando una creciente desigualdad en el acceso a los recursos más básicos.