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14 de noviembre de 2025
EE.UU. avanza y Argentina cede: el nuevo acuerdo comercial deja al país bajo la órbita de Washington

La Casa Blanca confirmó un marco comercial que abre de forma inédita el mercado argentino a productos estadounidenses y condiciona regulaciones clave. El Gobierno lo festeja, pero especialistas alertan sobre una pérdida de autonomía económica.
Estados Unidos anunció la consolidación de un marco de comercio recíproco e inversiones con la Argentina que habilita un acceso casi irrestricto de bienes estadounidenses al mercado local. La novedad surgió desde Washington antes incluso que desde la Cancillería argentina, mientras Pablo Quirno mantenía reuniones con el secretario de Estado Marco Rubio.
Según el documento difundido por la Casa Blanca, el acuerdo busca “fortalecer y equilibrar” la relación bilateral. Sin embargo, los puntos centrales evidencian una fuerte asimetría: Argentina abre sectores industriales sensibles y desmantela barreras regulatorias, quedando atada a lineamientos comerciales dictados por Estados Unidos, especialmente en su vínculo con socios estratégicos como China.
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El presidente Javier Milei celebró el anuncio como un triunfo de su alineamiento con la administración Trump. Desde Corrientes, afirmó que el país “se capitalizará fuertemente” y prometió un “nuevo siglo de oro” basado en minería, energía y alimentos. Aunque el texto aún debe redactarse, firmarse y pasar por el Congreso, ya implica un giro profundo en la política económica nacional.
Uno de los ejes del entendimiento es la apertura recíproca de mercados. Argentina eliminaría o reduciría aranceles para productos estadounidenses de alto valor agregado —como medicamentos, maquinaria, dispositivos médicos, tecnología y bienes agrícolas— mientras que EE.UU. solo quitaría gravámenes a insumos y recursos naturales que no produce. La balanza de efectos entre ambas economías resulta evidente.
El país también aceptará remover barreras no arancelarias, entre ellas licencias de importación, trámites consulares y la tasa estadística. Además, reconocerá estándares regulatorios y de seguridad estadounidenses sin requisitos adicionales, incluso en vehículos y medicamentos certificados por la FDA. Esto implica ceder facultades de control históricas.
El acuerdo incluye mayores compromisos en propiedad intelectual: revisión de criterios de patentabilidad, aceleración de trámites y controles más estrictos contra la falsificación, una demanda persistente de Washington.
En el sector agropecuario, Argentina abrirá la puerta a más productos estadounidenses, desde ganado en pie hasta carne aviar y lácteos. La medida podría afectar a economías regionales y a una industria alimentaria local con menor escala y subsidios frente al poderoso sistema agroindustrial norteamericano.
Otro capítulo clave es la cooperación en minerales críticos como litio y cobre. Para Estados Unidos, asegurar el acceso a estos recursos es estratégico; para Argentina, podría significar resignar capacidad de decisión sobre sectores que hoy concentran inversiones globales.
El entendimiento incorpora además alineamiento en comercio digital: el país aceptará a Estados Unidos como jurisdicción adecuada para transferencias de datos personales y reconocerá sus firmas electrónicas. Esto facilita negocios, pero abre interrogantes sobre la protección de la información local.
Aunque el Gobierno lo define como un avance histórico, la letra fina deja al descubierto un acuerdo donde Estados Unidos obtiene amplias ventajas comerciales y regulatorias. Para la Argentina, el desafío será evitar que esta apertura se traduzca en una dependencia creciente de las decisiones económicas que se toman en Washington.

