ACTUALIDAD
21 de marzo de 2025
El asado, un lujo: el consumo de carne cayó a su nivel más bajo en la historia

El consumo de carne vacuna en Argentina se desplomó un 5,4% en febrero, alcanzando un mínimo histórico, según un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra). La combinación de una fuerte pérdida del poder adquisitivo y el constante aumento de precios convirtió a la carne en un producto cada vez más inaccesible para las familias.
El consumo per cápita cayó 2,8 kilos en el último año, ubicándose en apenas 48,8 kilos anuales, el registro más bajo desde que existen mediciones. En los primeros dos meses del año, la comercialización interna de carne sufrió un derrumbe sin precedentes, reflejando el impacto de la crisis económica en la alimentación de la población.
La producción de carne vacuna también mostró un retroceso del 1,7% interanual, con 499 mil toneladas de res con hueso. Según el informe, la menor oferta responde tanto a la caída en la demanda interna como a la drástica reducción de exportaciones, especialmente a China, que se desplomaron un 33,7%, con 54.050 toneladas menos enviadas al exterior.
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Mientras tanto, los precios en las carnicerías no paran de subir y golpean de lleno el bolsillo. Durante febrero, el Índice de Precios al Consumidor del Gran Buenos Aires registró un alza del 2,4%, impulsada por el aumento del 12,1% en los cortes vacunos. “La suba del precio de la carne vacuna había comenzado a finales de enero, por lo que su impacto recién se reflejó en la medición de febrero”, advierte el informe.
Entre los cortes que más aumentaron en el mes se destacan la nalga (+13,6%), el cuadril (+13,1%), la paleta (+12,6%), la carne picada común (+11,3%) y el asado (+9,9%). En contraste, el precio del pollo solo subió un 0,4%, consolidándose como la opción más accesible en los hogares.
La tendencia no muestra signos de reversión: el informe advierte que el aumento sostenido del precio de la carne, sumado a la pérdida del poder adquisitivo, podría profundizar aún más la retracción del consumo en los próximos meses, mientras la inflación sigue empujando el costo de los alimentos básicos a niveles insostenibles.