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Crisis sin freno: General Motors se desmorona con Milei y ya perdió el 40% de su personal

La planta de General Motors en Alvear atraviesa su mayor achique en años: pasó de 1000 a 600 operarios desde la llegada de Milei. Caída de ventas, apertura importadora y un modelo económico que golpea de lleno a la industria profundizan un futuro de paradas, suspensiones y despidos.
General Motors confirmó un nuevo recorte de personal en su planta de Alvear, en Santa Fe, donde ofreció otros 90 retiros voluntarios. La terminal, que hasta fines de 2023 empleaba a 1000 trabajadores, hoy funciona con apenas 600. Desde la asunción de Javier Milei, la reducción del plantel alcanza el 40%, en un escenario de desplome productivo, apertura de importaciones e incertidumbre económica.
Según informó el gremio Smata, el personal que aceptó el retiro tenía en promedio 15 años de antigüedad y recibió una compensación equivalente al 120% de lo establecido por ley. El secretario general de Smata Rosario, Sergio Gazzera, advirtió que 2026 se perfila igual o más crítico, con paradas programadas, suspensiones y salarios reducidos al 75%.
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La crisis se intensificó tras la discontinuación del modelo Cruze, que dejó al Chevrolet Tracker como único vehículo en producción. Aunque inicialmente hubo un incremento de exportaciones hacia Brasil, la fuerte devaluación aplicada por el gobierno de Milei derrumbó ese mercado. Para febrero, la demanda brasileña se redujo a la mitad, haciendo imposible sostener los niveles de empleo previos.
En los últimos dos años, la planta pasó de incorporar personal a encadenar despidos y retiros masivos. Solo entre abril y diciembre de 2024 se desvincularon cerca de 200 trabajadores. A eso se sumaron 260 retiros voluntarios y 49 despidos entre enero y febrero de 2025. Con los recientes 90 retiros, el ajuste se profundiza aún más.
El retroceso de General Motors afecta directamente a toda la cadena industrial. En el sector automotor, cada puesto directo genera entre tres y cinco empleos indirectos en autopartistas, logística y comercios. La caída de una terminal arrastra a cientos de familias y genera un impacto económico regional inmediato.
El líder nacional de Smata, Ricardo Pignanelli, sostuvo que la crisis responde al modelo económico actual y no a una mala gestión local. Señaló que se perdieron 6.000 empleos en el sector y cuestionó la falta de una política industrial que proteja la producción nacional. Advirtió además que los capitales chinos no instalarán nuevas fábricas en Argentina y que, en el mejor de los casos, solo buscarán asociarse con terminales ya existentes.
Con una política económica basada en la apertura irrestricta y sin estímulos a la industria, el futuro de la producción automotriz aparece cada vez más comprometido. Para los trabajadores de General Motors, el ajuste se volvió rutina. Y para el sector, la tendencia a la baja parece difícil de revertir.

