Un análisis realizado por la Universidad Austral Argentina identificó los países latinoamericanos que destinan mayores recursos financieros al fomento de la investigación científica.
En el contexto de estos parámetros, surge como punto de partida una pregunta fundamental: ¿por qué un país debería invertir en los ámbitos científico y tecnológico?
Según el informe de la Universidad Austral Argentina, replicado por Bloomberg en Línea, Brasil destaca como el país latinoamericano que asigna la mayor importancia al ámbito de las ciencias. Aunque los países parten de diferentes bases en cuanto a recursos y herramientas, Brasil logra una ventaja considerable sobre sus pares continentales. A pesar de una disminución en la inversión entre 2019 y 2021, pasando del 1,21% al 1,17% del PBI, Brasil sigue superando a los demás estados nacionales, ninguno de los cuales alcanza el 1% de aporte anual al campo del conocimiento.
Argentina ocupa el segundo lugar en la lista, con un 0,52%, seguido por Uruguay en el tercer puesto con el 0,45%. De acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología argentino, Chile y México completan el top cinco. Sin embargo, los porcentajes están lejos de los números brasileños. Al ampliar la comparación a nivel subcontinental, Brasil se encuentra considerablemente por debajo de países líderes en la materia, como Estados Unidos (3,45%), Corea del Sur (4,81%) o Israel (5,44%).
La conclusión es clara: el Estado que encabeza la inversión en ciencia, innovación y desarrollo tecnológico en Sudamérica está significativamente distante de las potencias mundiales en este ámbito. Por lo tanto, para fortalecer las soberanías nacionales y consolidar el crecimiento sostenido de la región, es esencial incrementar tanto la inversión pública como la privada. A partir de este fundamento, se debería promover una mayor atención y apoyo al sector.
¿Cuál es la importancia de fortalecer el ámbito de la ciencia y tecnología?
Como señala el Licenciado en Relaciones Internacionales Ignacio de Ángelis en su paper “Desafíos para el desarrollo en América Latina”, el interés en el campo científico se intensificó después de la Segunda Guerra Mundial y el impacto monumental de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. Este punto de inflexión llevó a los gobiernos a considerar la ciencia como una parte fundamental de sus agendas: “Se transformó la cosmovisión del hombre en el mundo, rompiendo los límites del conocimiento y marcando una nueva pauta en la relación de la política con la ciencia y la tecnología”.
Tanto los líderes políticos como los inversores privados han comenzado a reconocer el escenario científico como generador de oportunidades para la competitividad. Se han establecido presupuestos y creado organismos específicamente dedicados a la Investigación y Desarrollo (I+D). Inicialmente, fueron los países con mayores capacidades industriales los que lideraron este impulso, pero la iniciativa se ha replicado en naciones con menor grado de desarrollo. El argumento clave detrás de este enfoque es lograr avances tanto en el ámbito económico como en el social.
"Es crucial destacar que la importancia política de la ciencia es un factor determinante en el crecimiento económico y el desarrollo social", señala de Ángelis, subrayando la importancia de que las estrategias públicas se integren de manera efectiva con otros actores del sector privado. Empresas, industrias y entidades académicas deben participar activamente en el proceso de innovación, proporcionando formación y herramientas a los profesionales involucrados.
La apuesta por la ciencia y la tecnología busca fortalecer la soberanía y la evolución constante de las economías nacionales. Esta razón fundamental motiva la multiplicación de inversiones, tanto públicas como privadas, con el objetivo de mejorar estas áreas del conocimiento. Sin embargo, siempre surge la pregunta de cómo lograrlo. "Es esencial abordar el debate sobre la creación de modelos, competencias, parámetros de calidad y orientaciones propias, que se ajusten a las características del desarrollo de los países latinoamericanos", expresa el Licenciado de Ángelis.
La ciencia no opera desde la neutralidad, lo que implica que no todas las estrategias son aplicables de manera universal en distintas regiones del mundo. En este sentido, las instituciones del orden público y las empresas privadas tienen la responsabilidad de desarrollar diagnósticos y enfoques específicos para abordar los desafíos de Latinoamérica. "Se deben construir indicadores de manera contextualizada, de acuerdo a las necesidades y capacidades de la región en función de una estrategia de desarrollo amplia", destaca de Ángelis.
En resumen, con sus propias cosmovisiones, prácticas y métodos, Sudamérica se enfrenta al desafío de aumentar las asignaciones presupuestarias para la Investigación y Desarrollo (I+D). Con la colaboración de todos los actores involucrados, la planificación para la innovación tecnológica puede seguir un camino virtuoso, construyendo modelos representativos para la región en términos de crecimiento económico y social. Esta es la respuesta fundamental a la pregunta de por qué los países deben invertir en el campo de las ciencias.
